15 Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban
enfrente, dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su
encuentro, se postraron ante él en tierra,
16 y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos;
que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahveh se lo haya
llevado y le haya arrojado en alguna montaña o algún valle.» El dijo: «No
mandéis a nadie.»
17 Como le insistieran hasta la saciedad dijo: «Mandad.» Mandaron
cincuenta hombres que le buscaron durante tres días, pero no
le
encontraron.
18 Se volvieron donde él, que se había quedado en Jericó, y les dijo:
«¿No os dije que no fuerais?».
19 Los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: «El emplazamiento de
la ciudad es bueno, como mi señor puede ver, pero las aguas son malas y la
tierra es estéril.»
20 El dijo: «Traedme una olla nueva y poned sal en ella.» Y se la
trajeron.
21 Fue al manantial de las aguas, arrojó en él la sal y dijo: «Así dice
Yahveh: Yo he saneado estas aguas; ya no habrá en ellas muerte ni
esterilidad.»
22 Y las aguas quedaron saneadas hasta el día de hoy, según la palabra
que dijo Eliseo.
23 De allí subió a Betel. Iba subiendo por el camino, cuando unos
niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él diciendo: «¡Sube,
calvo; sube, calvo!»
24 El se volvió, los vio y los maldijo en nombre de Yahveh. Salieron
dos osos del bosque y destrozaron a 42 de ellos.
25 De allí se fue al monte Carmelo, de donde se volvió a Samaría.